diumenge, 11 de març del 2018

Texto significativo para entender el contexto histórico de la novela de Allende.


TEXTO
La idea de eliminar al nuevo Presidente, sin embargo, no estaba todavía en la mente de nadie, porque sus enemigos estaban seguros que acabarían con él por la misma vía legal que le había permitido triunfar. Eso era lo que Trueba estaba pensando. Al día siguiente, cuando fue evidente que no había que temer de la muchedumbre enfiestada, salió de su refugio y se dirigió a una casa campestre en los alrededores de la ciudad, donde se llevó a cabo un almuerzo secreto. Allí se juntó con otros políticos, algunos militares y con los gringos enviados por el servicio de inteligencia, para trazar el plan que tumbaría al nuevo gobierno: la desestabilización económica, como llamaron al sabotaje.
Aquélla era una casona de estilo colonial rodeada por un patio de adoquines. Al llegar el senador Trucha ya había varios coches estacionados. Lo recibieron efusivamente, porque era uno de los líderes indiscutidos de la derecha y porque él, previniendo lo que se avecinaba, había hecho los contactos necesarios con meses de anticipación. Después de la comida: corvina fría con salsa de palta, lechón asado en brandy y mousse de chocolate, despidieron a los mozos y trancaron las puertas del salón. Allí trazaron a grandes líneas su estrategia y después, de pie, hicieron un brindis por la patria. Todos ellos, menos los extranjeros, estaban dispuestos a arriesgar la mitad de su fortuna personal en la empresa, pero sólo el viejo Trucha estaba dispuesto a dar también la vida.
-No lo dejaremos en paz ni un minuto. Tendrá que renunciar -dijo con firmeza.
-Y si eso no resulta, senador, tenemos esto -agregó el general Hurtado poniendo su arma de reglamento sobre el mantel.
-No nos interesa un cuartelazo, general -replicó en su correcto castellano el agente de inteligencia de la embajada-. Queremos que el marxismo fracase estrepitosamente y caiga solo, para quitar esa idea de la cabeza a otro países del continente.
Comprende? Este asunto lo vamos a arreglar con dinero. 'Todavía podemos comprar a algunos parlamentarios para que no lo confirmen como presidente. Está en su Constitución: no obtuvo la mayoría absoluta y el Parlamento debe decidir.
-¡Sáquese esa idea de la cabeza, míster! -exclamó el senador Trueba-. ¡Aquí no va a
poder sobornar a nadie! El Congreso y las Fuerzas Armadas son incorruptibles. Mejor destinamos ese dinero a comprar todos los medios de comunicación. Así podremos manejar a la opinión pública, que es lo único que cuenta en realidad.
-¡Eso es una locura! ¡Lo primero que harán los marxistas será acabar con la libertad de prensa! -dijeron varias voces al unísono.
-Créanme, caballeros -replicó el senador Trueba-. Yo conozco a este país. Nunca acabarán con la libertad de prensa. Por lo demás, está en su programa de gobierno, ha jurado respetar las libertades democráticas. Lo cazaremos en su propia trampa.
El senador Trueba tenía razón. No pudieron sobornar a los parlamentarios y en el plazo estipulado por la ley la izquierda asumió tranquilamente el poder. Y entonces la derecha comenzó a juntar odio. (P.207).
NOTA: Amor a la tierra: Esteban Trueba representa el amor a la tierra en el sentido burgués y típicamente norteamericano. Defiende la propiedad privada y la diferencia de clases. La tierra es una propiedad y una riqueza. No obstante este es un valor caduco a finales del siglo XX, en estadios avanzados del capitalismo. En la novela se ejemplifica  el cambio en la valorización de la riqueza: cuando Esteban re-funda la Hacienda la Tierra es un valor rentable (le hace rico), pero años más tarde la riqueza ya no se asocia a la tierra, sino al dinero, a la Banca, al comercio, a la bolsa, es decir a valores abstractos. La tierra pierde su componente concreto. Es una inversión más. Por otra parte, Pedro el viejo ama la tierra por su componente telúrico, mágico, mítico. Es la tierra de sus ancestros (es un indígena). La colonización española despojó a los nativos de su tierra (como propiedad), pero no de los mágicos nexos que une a los indios a ella. Sus poderes sanadores (elimina la plaga de hormigas y cura a Esteban tras el terremoto) emanan de la sabiduría natural, de la propia tierra. Es un componente más del realismo mágico y de uno de los temas de la novela: lo sobrenatural y el mundo mítico.


Amor a los ideales. Revolución. Caciquismo. Tradición y modernidad. Lucha de clases: el patrón y el trabajador: Conflicto de ideologías. Severo del Valle es un burgués liberal. Esteban Trueba es conservador (llega a ser senador e incluso llega a ser reaccionario dentro de su partido). Es clasista, machista, autoritario, tradicionalista. Es el prototipo de cacique rural, una figura consustancial de gran parte de Sudamérica (y de España durante la restauración –y mucho después, sobre todo en Andalucía y las castillas durante el franquismo). Al final de la novela es un personaje desfasado. Podemos entrever una quiebra de sus ideales cuando comprueba la violencia de la Dictadura militar. Él es un burgués que confía en la política, pero una política fraudulenta. Era usual que los caciques rurales amañaran las elecciones presionando a los trabajadores sin conciencia de clase y no organizados en sindicatos. Odia a los comunistas y marxistas y es pro-norteamericano. De hecho EEUU apoyó (en la novela y en la realidad) al partido conservador y a los militares para frenar la amenaza comunista que suponía Allende y su partido cuando llegó al poder legítimamente por las urnas. Jaime es socialista, cercano al partido de Allende. Pedro Tercero es socialista-marxista, el primero (junto al cura José Dulce María) que intenta organizar al campesinado para reivindicar sus derechos (metáfora de las gallinas organizadas que vencen al zorro). Ocupa un puesto en el gobierno de Allende. Antes se convirtió en un cantautor izquierdista, la voz del pueblo. Parece ser que su personaje está basado en el cantautor Víctor Jara. Jaime es socialista y cercano al partido de Allende. Cree en la democracia y las elecciones. Confía en llegar al poder (como de hecho pasa) para, una vez en él, emprender las reformas sociales oportunas (el equivalente español sería el Partido republicano y el Partido Comunista durante la Guerra Civil). Miguel es un marxista-trotskista-revolucionario. Seguramente sería seguidor de las teorías de revolución armada del guerrillero Che Guevara, referente de la izquierda radical en los años sesenta (y después). No cree en la política y las elecciones. Para él primero hay que hacer la revolución mediante la revolución guerrillera armada, cambiar el sistema y después establecer el Comunismo. Siguiendo con la analogía de la historia española, representaría las tesis del POUM, sección trotskista del PCE, perseguida por los estalinistas, y de los anarquistas.

Argumento.
Primera novela de Isabel Allende, La casa de los espíritus narra la saga de una poderosa familia de terratenientes latinoamericanos. El despótico patriarca Esteban Trueba ha construido con mano de hierro un imperio privado que empieza a tambalearse con el paso del tiempo y un entorno social explosivo. Finalmente, la decadencia personal del patriarca arrastrará a los Trueba a una dolorosa desintegración. Atrapados en unas dramáticas relaciones familiares, los personajes de esta poderosa novela encarnan las tensiones sociales y espirituales de una época que abarca gran parte de este siglo.


dimecres, 7 de febrer del 2018

MODELO DE EXAMEN PAU, CON TEXTO A ANALIZAR (LA COHERENCIA).

http://www.ceice.gva.es/documents/161863209/164079887/CASTELLANO+II+Modelo+Examen+2017/7068eb68-54ad-4b74-a9dc-d78925f6a6f6


Precariedad, inestabilidad y austeridad definen el estado de la ciencia en España. Pocas veces como durante esta crisis los investigadores se habían visto obligados al exilio para sobrevivir. Muchos han hecho las maletas huyendo de contratos eventuales y mal pagados y empujados por el recorte de las becas. El tijeretazo en el presupuesto de I+D ha pintado un negro horizonte. Los datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico sostienen que en solo una década casi se ha duplicado el número de españoles con alta cualificación que se han instalado fuera, especialmente en Estados Unidos, Francia y Reino Unido. Son los migrantes de bata blanca. 

Contrariamente a lo que afirmaba el presidente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Emilio LoraTamayo, la fuga de cerebros no es una leyenda urbana. El biólogo madrileño Ciro Cabal es un buen ejemplo de las dificultades con las que se topan a diario los científicos. Tiene 33 años y en los últimos cinco a duras penas ha conseguido trabajar en su campo (biología vegetal y ecología). Y siempre sin contrato. Sus cotizaciones en la Seguridad Social son frutos de empleos en el sector de la hostelería. Una tras otra ha visto cómo la decena de solicitudes para obtener una beca en instituciones públicas o privadas han sido inútiles y frustrantes. Sin embargo, probó suerte fuera de España y en poco tiempo ha recibido la invitación de dos universidades de Estados Unidos, una de ella Princeton, que en el campo de la biología es como “el Real Madrid en el mundo del fútbol”, según Cabal. Allí pasará, entre probetas y enfundado en la bata de científico, los próximos cinco años. 

La fuga de cerebros (el exministro de Educación José Ignacio Wert la llamaría movilidad internacional) es un mal negocio para cualquier país. El sistema educativo español —nutrido mayoritariamente con fondos públicos— invierte mucho dinero en la formación de investigadores que, si se ven obligados a migrar por falta de oportunidades, revertirán en otro país. No es lo mismo ampliar en el extranjero el adiestramiento en cualquier disciplina que formar parte de una diáspora impulsada por la falta de proyectos, como ha ocurrido con los miles de científicos que en los últimos años han huido de las insoportables tasas de paro. Muchos doctores, graduados y becarios que han emprendido el camino del exilio en busca de mejores perspectivas para desarrollar su labor consideran el retorno a corto plazo un mero espejismo. 

¿Será posible que biólogos como Ciro Cabal puedan algún día desarrollar sus proyectos en laboratorios españoles? Como expone el científico Mariano Barbacid, el problema no es la salida al extranjero de científicos españoles para completar su formación. Lo grave es no saber cómo recuperarlos y dejar escapar irremediablemente su talento. Si la ciencia española quiere jugar en primera división necesita incrementar de manera urgente los recursos económicos y cuidar la cantera-



OPCIÓN A I. Comentario crítico del texto (0-4 puntos)
 I.1. Establecimiento del tema del texto, breve resumen de su contenido y descripción y explicación de su esquema organizativo — partes temáticas constitutivas del texto y articulación de estas— (3 puntos). I.2. Explicación y valoración de las ideas expuestas a partir de la cultura del alumno y de su conocimiento del mundo (1 punto). 



dilluns, 22 de gener del 2018

24 POEMAS DE MIGUEL


TEMA 1: VIDA AMOR Y MUERTE EN LA POESÍA DE MIGUEL
PERITO EN LUNAS:
1.      Toro
¡A la gloria, a la gloria toreadores! 
La hora es de mi luna menos cuarto.
Émulos imprudentes del lagarto,
Magnificáos el lomo de colores.
Por el arco, contra los picadores,
del cuerno, flecha, a dispararme parto.
¡A la gloria, si yo antes no os ancoro,
-golfo de arena-, en mis bigotes de oro!
2.      Palmera
 Anda, columna, ten un desenlace
de surtidor. Principia por espuela.
Pon a la luna un tirabuzón. Hace
el camello más alto de canela.
Resuelta en claustro, viento esbelto pace,
oasis de beldad a toda vela
con gargantillas de oro en la garganta:
fundada en ti se iza la sierpe, y canta.

3.      El gallo
La rosada, por fin Virgen María.
Arcángel tornasol, y de bonete
dentado de amaranto, anuncia el día
en una pata alzado un clarinete.
La pura nata de la galanía
es este Barba Roja a lo roquete,
que picando coral, y hollando, suma
"a batallas de amor, campos de pluma"

4.      Negros ahorcados por violación
A fuego de arenal, frío de asfalto.
Sobre la Norteamérica de hielo,
con un chorro de lengua, África en lo alto
por vínculos de cáñamo, del cielo.
Su más confusa pierna, por asalto,
náufraga higuera fue de higos en pelo
sobre el nácar hostil, remo exigente...
¡Norte! Forma de fuga al sur: ¡Serpiente!

5.      Veletas
Danzarinas en vértices cristianos
injertadas: bákeres más viudas,
que danzan con los vientos, ya gitanos
de palmas y campanas, puntiagudas.
Negros, hacen los vientos gestos planos,
índices, si no agallas, de sus dudas,
pero siempre a los nortes y a los estes
danzarinas, si etíopes, celestes.

EL RAYO QUE NO CESA:
6.      “Yo sé que ver y oir a un triste enfada” Dedicado a María Cegarra
Yo sé que ver y oír a un triste enfada
cuando se viene y va de la alegría
como un mar meridiano a una bahía,
a una región esquiva y desolada.

Lo que he sufrido y nada todo es nada
para lo que me queda todavía
que sufrir el rigor de esta agonía
de andar de este cuchillo a aquella espada.

7.     “Me tiraste un limón y tan amargo”. Dedicado a Josefina Manresa.
Me tiraste un limón, y tan amargo,
con una mano cálida, y tan pura,
que no menoscabó su arquitectura
y probé su amargura sin embargo.

Con el golpe amarillo, de un letargo
dulce pasó a una ansiosa calentura
mi sangre, que sintió la mordedura
de una punta de seno duro y largo.

Pero al mirarte y verte la sonrisa
que te produjo el limonado hecho,
a mi voraz malicia tan ajena,

se me durmió la sangre en la camisa,
y se volvió el poroso y áureo pecho
una picuda y deslumbrante pena.


8.      Elegía a Ramón Sijé
Como el toro he nacido para el luto...
Elegía a Ramón Sijé
Fuera menos penado, si no fuera...
Me tiraste un limón y tan amargo...
Mi corazón no puede con la carga...
Por tu pie, la blancura más bailable...
¿Recuerdas aquel cuello, haces memoria...
Silencio de metal triste y sonoro...
Te me mueres de casta y de sencilla...
Tengo estos huesos hechos a las penas...
Tu corazón una naranja helada...
Umbrío por la pena, casi bruno...
Una querencia tengo por tu acento...
 
TEMA 2: El COMPROMISO SOCIAL Y POLÍTICO DE MIGUEL
 VIENTO DEL PUEBLO:
9.      Elegía primer a Federico García Lorca
Así descenderemos de nuestro pedestal,
de nuestra pobre estatua.
Y a cantar entraremos a una bodega,
a un pecho, o al fondo de la tierra,
sin el brillo del lente polvoriento.
Ahí está Federico: sentémonos al pie de su herida,
debajo del chorro asesinado,
que quiero contener como si fuera mío,
y salta, y no se acalla entre las fuentes.
10.  Sentado sobre los muertos
Si yo salí de la tierra,
si yo he nacido de un vientre
desdichado y con pobreza,
no fue sino para hacerme
ruiseñor de las desdichas,
eco de la mala suerte,
y cantar y repetir
a quien escucharme debe
cuanto a penas, cuanto a pobres,
cuanto a tierra se refiere.
Ayer amaneció el pueblo
desnudo y sin qué comer,
y el día de hoy amanece
justamente aborrascado
y sangriento justamente.
En su mano los fusiles
leones quieren volverse:
para acabar con las fieras
que lo han sido tantas veces.
Aunque le faltan las armas,
pueblo de cien mil poderes,
no desfallezcan tus huesos,
castiga a quien te malhiere
mientras que te queden puños,
uñas, saliva, y te queden
corazón, entrañas, tripas,
cosas de varón y dientes.
Bravo como el viento bravo,
leve como el aire leve,
asesina al que asesina,
aborrece al que aborrece
la paz de tu corazón
y el vientre de tus mujeres.
No te hieran por la espalda,
vive cara a cara y muere
con el pecho ante las balas,
ancho como las paredes.
11.  El niño yuntero
Carne de yugo, ha nacido
más humillado que bello,
con el cuello perseguido
por el yugo para el cuello.
Nace, como la herramienta,
a los golpes destinado,
de una tierra descontenta
y un insatisfecho arado.
Entre estiércol puro y vivo
de vacas, trae a la vida
un alma color de olivo
vieja ya y encallecida.
Empieza a vivir, y empieza
a morir de punta a punta
levantando la corteza
de su madre con la yunta.
Empieza a sentir, y siente
la vida como una guerra,
y a dar fatigosamente
en los huesos de la tierra.
12.  Aceituneros
Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos, 
decidme en el alma.¿quién,
quién levantó los olivos?
No los levantó la nada,
ni el dinero, ni el señor,
sino la tierra callada, 
el trabajo y el sudor.
Unidos al agua pura
y a los planetas unidos,
los tres dieron la hermosura 
de los troncos retorcidos.
Levántate,olivo cano,
dijeron al pie del viento.
Y el olivo alzó una mano
poderosa de cimiento.
Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
decidme en el alma: ¿quién
amantó los olivos?
Vuestra sangre, vuestra vida,
no la del explotador
que se enriqueció en la herida
generosa del sudor.
No la del terrateniente
que os sepultó en la pobreza,
que os pisoteó la frente,
que os redujo la cabeza.
13.  Rosario dinamitera
Rosario, dinamitera,
sobre tu mano bonita
celaba la dinamita
sus atributos de fiera.
Nadie al mirarla creyera
que había en su corazón
una desesperación,
de cristales, de metralla
ansiosa de una batalla,
sedienta de una explosión.

Era tu mano derecha,
capaz de fundir leones,
la flor de las municiones
y el anhelo de la mecha.
Rosario, buena cosecha,
alta como un campanario
sembrabas al adversario
de dinamita furiosa
y era tu mano una rosa
enfurecida, Rosario.

Buitrago ha sido testigo
de la condición de rayo
de las hazañas que callo
y de la mano que digo.
¡Bien conoció el enemigo
la mano de esta doncella,
que hoy no es mano porque de ella,
que ni un solo dedo agita,
se prendó la dinamita
y la convirtió en estrella!

Rosario, dinamitera,
puedes ser varón y eres
la nata de las mujeres,
la espuma de la trinchera.
Digna como una bandera
de triunfos y resplandores,
dinamiteros pastores,
vedla agitando su aliento
y dad las bombas al viento
del alma de los traidores.
14.  Ceniciento Mussolini
Ven a Guadalajara, dictador de cadenas,
carcelaria mandíbula de canto:
verás la retiradas miedosa de tu hienas,
verás el apogeo del espanto.

Rumorosa provincia de colmenas,
la patria del panal estremecido,
la dulce Alcarria, amarga como el llanto,
amarga te ha sabido.

Ven y verás, mortífero bandido,
ruedas de tus cañones,
banderas de tu ejército, carne de tus soldados,
huesos de tus legiones,
trajes y corazones destrozados.

Una extensión de muertos humeantes:
muertos que humean ante la colina,
muertos bajo la nieve,
muertos sobre los páramos gigantes,
muertos junto a la encina,
muertos dentro del agua que les llueve.

Sangre que no se mueve
de convertida en hielo.
Vuela sin pluma un ala numerosa,
rojo y audaz, que abarca todo el cielo
y abre a cada italiano la explosión de una fosa.


EL HOMBRE ACECHA:
15.  Para la libertad
Para la libertad sangro, lucho, pervivo.
Para la libertad, mis ojos y mis manos,
como un árbol carnal, generoso y cautivo,
doy a los cirujanos.
Para la libertad siento más corazones
que arenas en mi pecho: dan espumas mis venas,
y entro en los hospitales, y entro en los algodones
como en las azucenas.
Para la libertad me desprendo a balazos
de los que han revolcado su estatua por el lodo.
Y me desprendo a golpes de mis pies, de mis brazos,
de mi casa, de todo.
Porque donde unas cuencas vacías amanezcan,
ella pondrá dos piedras de futura mirada
y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan
en la carne talada.
Retoñarán aladas de savia sin otoño
reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida.
Porque soy como el árbol talado, que retoño:
porque aún tengo la vida.
16.  CANCION PRIMERA

Se ha retirado el campo
al ver abalanzarse
crispadamente al hombre.

¡Qué abismo entre el olivo
y el hombre se descubre!

El animal que canta:
el animal que puede
llorar y echar raíces,
rememoró sus garras.

Garras que revestía
de suavidad y flores,
pero que, al fin, desnuda
en toda su crueldad.

Crepitan en mis manos.
Aparta de ellas, hijo.
Estoy dispuesto a hundirlas,
dispuesto a proyectarlas
sobre tu carne leve.

He regresado al tigre.
Aparta o te destrozo.

Hoy el amor es muerte,
y el hombre acecha al hombre.

17.  LLAMO AL TORO DE ESPAÑA

Alza, toro de España: levántate, despierta.
Despiértate del todo, toro de negra espuma,
que respiras la luz y rezumas la sombra,
y concentras los mares bajo tu piel cerrada.

Despiértate.

Despiértate del todo, que te veo dormido,
un pedazo del pecho y otro de la cabeza:
que aún no te has despertado como despierta un toro
cuando se le acomete con traiciones lobunas.

Levántate.

Resopla tu poder, despliega tu esqueleto,
enarbola tu frente con las rotundas hachas,
con las dos herramientas de asustar a los astros,
de amenazar al cielo con astas de tragedia.



18.  RUSIA

Ah, compañero Stalin: de un pueblo de mendigos
has hecho un pueblo de hombres que sacuden la frente,
y la cárcel ahuyentan, y prodigan los trigos,
como a un inmenso esfuerzo le cabe: inmensamente.

De unos hombres que apenas a vivir se atrevían
con la boca amarrada y el sueño esclavizado:
de unos cuerpos que andaban, vacilaban, crujían,
una masa de férreo volumen has forjado.

Has forjado una especie de mineral sencillo,
que observa la conducta del metal más valioso,
perfecciona el motor, y señala el martillo,
la hélice, la salud, con un dedo orgulloso.


19.  LA FÁBRICA-CIUDAD


La fábrica se halla guardada por las flores,
los niños, los cristales, en dirección al día.
Dentro de ella son leves trabajos y sudores,
porque la libertad puso allí la alegría.

Fragor de acero herido, resoplidos brutales,
hierro latente, hierro candente, torturado,
trepidando, piafando, rodando en espirales,
en ruedas, en motores, caballo huracanado.
20.  EL SOLDADO Y LA NIEVE

Diciembre ha congelado su aliento de dos filos,
y lo resopla desde los cielos congelados,
como una llama seca desarrollada en hilos,
como una larga ruina que ataca a los soldados.

Nieve donde el caballo que impone sus pisadas
es una soledad de galopante luto.
Nieve de uñas cernidas, de garras derribadas,
de celeste maldad, de desprecio absoluto.



21.  LOS HOMBRES VIEJOS

Nacen puestos de gafas, y una piel de levita,
y una perilla obscena de culo de bellota, 
y calvos, y caducos. Y nunca se les quita 
la joroba que dentro del alma les explota. 

Pedos con barbacana, ceremoniosos pedos,
de su senil niñez de polvo enlevitado, 
pasan a la edad plena con polvo entre los dedos, 
sonando a sepultura y oliendo a antepasado. 

Parecen candeleros infelices, escobas 
desplumadas, retiesas, con toga, con bonete: 
una congregación de gallardas jorobas 
con callos y verrugas al borde del retrete. 

Con callos y verrugas, y coles y misales, 
la dignidad del asno se rebela en la enjalma, 
mirando estos cochinos tan espirituales 
con callos y verrugas en la extension del alma. 

CANCIONERO Y ROMANCE DE AUSENCIAS:
22.  Hijo de la luz y de las sombras / Nanas de la cebolla
(HIJO DE LA LUZ) 

Tú eres el alba, esposa: la principal penumbra,
recibes entornadas las horas de tu frente.
Decidido al fulgor, pero entornado, alumbra
tu cuerpo. Tus entrañas forjan el sol naciente.

Centro de claridades, la gran hora te espera
en el umbral de un fuego que el fuego mismo abrasa:
te espero yo, inclinado como el trigo a la era,
colocando en el centro de la luz nuestra casa.

La noche desprendida de los pozos oscuros,
se sumerge en los pozos donde ha echado raíces.
Y tú te abres al parto luminoso, entre muro
que se rasgan contigo como pétreas matrices.
[NANAS DE LA CEBOLLA]
La cebolla es escarcha
cerrada y pobre:
escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla:
hielo negro y escarcha
grande y redonda.

En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchaba de azúcar,
cebolla y sangre.
TEMA 3: TRADICIÓN Y VANGUARDIA EN LA POESÍA DE MIGUEL
TRADICIÓN:
En mi barraquita
23. ¡En mi barraquica!”
¡Siñor amo, por la virgencica,
ascucha al que ruega!…
A este huertanico
de cana caeza,
a este probe viejo
que a sus pies se muestra
¡y enjamás s’humilló ante denguno
que de güesos juera!
¡Que namá se ha postrao elande Dios
de la forma esta!
(Dialecto Panocho)
TRADICIÓN Y VANGUARDIA:
24.  EN CUCLILLAS, ORDEÑO

En cuclillas, ordeño
una cabrita y un sueño.
Glu, glu, glu,
hace la leche al caer
en el cubo. En el tisú
celeste va a amanecer.
Glu, glu, glu. Se infla la espuma,
que exhala
una finísima bruma.
(Me lame otra cabra, y bala).
En cuclillas, ordeño
una cabrita y un sueño.


POSIBLE RESUMEN PARTE DEL CONTENIDO "TEORÍA" M.H

MIGUEL HERNÁNDEZ
 BIOGRAFÍA
 Infancia, adolescencia y primeros poemas Infancia, adolescencia y primeros poemas En Orihuela, un pequeño pueblo del Levante español, rodeada del oasis exuberante de la huerta del Segura, nació Miguel Hernández el 30 de octubre de 1910. Hijo de un contratante de ganado, su niñez y adolescencia transcurren por la aireada y luminosa sierra oriolana tras un pequeño hato de cabras. En medio de la naturaleza contempla maravillado sus misterios: la luna y las estrellas, la lluvia, las propiedades de diversas hierbas, los ritos de la fecundación de los animales. Por las tardes ordeña las cabras y se dedica a repartir la leche por el vecindario. Sólo el breve paréntesis de unos años interrumpe esta vida para asistir a la Escuela del Ave María, anexa al Colegio de Santo Domingo, donde estudia gramática, aritmética, geografía y religión, descollando por su extraordinario talento. En 1925, a los quince años de edad, tiene que abandonar el colegio para volver a conducir cabras por las cercanías de Orihuela. Pero sabe embellecer esta vida monótona con la lectura de numerosos libros de Gabriel y Galán, Miró, Zorrilla, Rubén Darío, que caen en sus manos y depositan en su espíritu ávido el germen de la poesía. A veces se pone escribir sencillos versos a la sombra de un árbol realizando sus primeros experimentos poéticos. Al atardecer merodea por el vecindario conociendo a Ramón y Gabriel Sijé y a los hermanos Fenoll, cuya panadería se convierte en tertulia del pequeño grupo de aficionados a las letras. Ramón Sijé, joven estudiante de derecho en la universidad de Murcia, le orienta en sus lecturas, le guía hacia los clásicos y la poesía religiosa, le corrige y le alienta a proseguir su actividad creadora. El mundo de sus lecturas se amplía. El joven pastor va llevando a cabo un maravilloso esfuerzo de autoeducación con libros que consigue en la biblioteca del Círculo de Bellas Artes. Don Luis Almarcha, canónigo entonces de la catedral, le orienta en sus lecturas y le presta también libros. Poco a poco irá leyendo a los grandes autores del Siglo de Oro: Cervantes, Lope, Calderón, Góngora y Garcilaso, junto con algunos autores modernos como Juan Ramón y Antonio Machado. En el horno de Efén Fenoll, que está muy cerca de su casa, pasa largas horas en agradable tertulia discutiendo de poesía, recitando versos y recibiendo preciosas sugerencias del culto Ramón Sijé que acude allí a visitar a su novia Josefina Fenoll. Desde 1930 Miguel Hernández comienza a publicar poemas en el semanario El Pueblo de Orihuela y el diario El Día de Alicante. Su nombre comienza a sonar en revistas y diarios levantinos. Primer viaje a Madrid y Perito en lunas Perito en lunas Poseído por la fiebre de la fama, en diciembre de 1931 se lanza a la conquista de Madrid con un puñado de poemas y unas recomendaciones que al fin de nada le sirven. Aunque un par de revistas literarias, La Gaceta Literaria y Estampa, acusan su presencia en la capital y piden un empleo o apoyo oficial para el "cabrero-poeta", las semanas pasan y, a pesar de la abnegada ayuda de un puñado de amigos oriolanos, tiene que volverse fracasado a Orihuela. Pero al menos ha podido tomarle el pulso a los gustos literarios de la capital que le inspiran su libro neogongorino Perito en lunas (1933), extraordinario ejercicio de lucha tenaz con la palabra y la sintaxis, muestra de una invencible voluntad de estilo. Tras este esfuerzo el poeta ya está forjado y ha logrado hacer de la lengua un instrumento maleable. En Orihuela continúa sus intensas lecturas y sigue escribiendo poesía. También sus amigos le preparan alguna actuación en público. En el Casino de Orihuela recita y explica su "Elegía media del toro". Otra vez, en abril de 1933, es en Alicante donde interpreta la misma elegía después de una docta charla de Ramón Sijé sobre Perito en lunas. La prensa local se hace eco del acontecimiento literario alimentando en el joven poeta el ansia y sed de celebridad. Segundo Segundoviaje a Madrid viaje a Madrid viaje a Madrid Un día, al salir de su trabajo, en una notaría de Orihuela, conoce a Josefina Manresa y se enamora de ella. Sus vivencias van hallando formulación lírica en una serie de sonetos que desembocarán en El rayo que no cesa (1936). Las lecturas de Calderón le inspiran su auto sacramental Quien te ha visto y quien te ve y sombra de lo que eras, que, publicado por Cruz y raya, le abrirá las puertas de Madrid a su segunda llegada en la primavera de 1934. Allí se mantiene con un empleo que le ofrece José María de Cossío para recoger datos y redactar historias de toreros. En Madrid su correspondencia amorosa no se interrumpe y la frecuente soledad inevitable en la gran ciudad le hace sentir nostalgia por la paz e intimidad de su Orihuela. Las cartas abundan en quejas sobre la pensión, rencillas de escritores, intrigas, el ruido y el tráfico. Así es que en cuanto le es posible vuelve a su pueblo para charlar con los amigos, comer fruta a satisfacción y bañarse en el río. Aunque lentamente, va creándose en Madrid su círculo de amigos: Altolaguirre, Alberti, Cernuda, Delia del Carril, María Zambrano, Vicente Aleixandre y Pablo Neruda. Entre ellos trata de vender algunos números de la revista El Gallo Crisis, recién fundada por Ramón Sijé, pero tienen que constatar que ésta no gusta a muchos de sus nuevos amigos. Neruda se lo confiesa abiertamente: "Querido Miguel, siento decirte que no me gusta El Gallo Crisis. Le hallo demasiado olor a iglesia, ahogado en incienso". Ramón Sijé teme perder a su gran amigo para sus ideales neocatólicos, pero pronto tienen que constatar que el ambiente de Madrid puede más que los ecos de la lejana Orihuela. Pablo Neruda insiste en sus ingeniosos sarcasmos anticlericales: "Celebro que no te hayas peleado con El Gallo Crisis pero esto te sobrevendrá a la larga. Tú eres demasiado sano para soportar ese tufo sotánico-satánico". Si Ramón Sijé y los amigos de Orihuela le llevaron a su orientación clasicista, a la poesía religiosa y al teatro sacro, Neruda y Aleixandre lo iniciaron en el surrealismo y le sugirieron, de palabra o con el ejemplo, las formas poéticas -- 2 revolucionarias y la poesía comprometida, influyendo, sobre todo Neruda y Alberti, en la ideología social y política del joven poeta provinciano. Superada esta crisis, Miguel Hernández es ya un poeta hecho y comienza a crear lo más logrado y genial de su obra. La Guerra Civil La Guerra Civil El estallido de la Guerra Civil en julio de 1936 le obliga a tomar una decisión. Miguel Hernández, sin dar lugar a dudas, la toma con entereza y entusiasmo por la República. No solamente entrega toda su persona, sino que también su creación lírica se trueca en arma de denuncia, testimonio, instrumento de lucha ya entusiasta, ya silenciosa y desesperada. Como voluntario se incorpora al 5º Regimiento, después de un viaje a Orihuela a despedirse de los suyos. Se le envía a hacer fortificaciones en Cubas, cerca de Madrid. Emilio Prados logra que se le traslade a la 1ª Compañía del Cuartel General de Caballería como Comisario de Cultura del Batallón de El Campesino. Va pasando por diversos frentes: Boadilla del Monte, Pozuelo, Alcalá. En plena guerra logra escapar brevemente a Orihuela para casarse el 9 de marzo de 1937 con Josefina Manresa. A los pocos días tiene que marchar al frente de Jaén. Es una vida agitadísima de continuos viajes y actividad literaria. Todo esto y la tensión de la guerra le ocasionan una anemia cerebral aguda que le obliga por prescripción médica a retirarse a Cox para reponerse. Varias obritas de Teatro en la guerra y dos libros de poemas que han quedado como testimonio vigoroso de este momento bélico: Viento del pueblo (1937) y El hombre acecha (1939). El poeta en la cárcel El poeta en la cárcel En la primavera de 1939, ante la desbandada general del frente republicano, Miguel Hernández intenta cruzar la frontera portuguesa y es devuelto a las autoridades españolas. Así comienza su larga peregrinación por cárceles: Sevilla, Madrid. Difícil imaginarnos la vida en las prisiones en los meses posteriores a la guerra. Inesperadamente, a mediados de septiembre de 1939, es puesto en libertad. Fatídicamente, arrastrado por el amor a los suyos, se dirige a Orihuela, donde es encarcelado de nuevo en el seminario de San Miguel, convertido en prisión. El poeta - como dice lleno de amargura- sigue "haciendo turismo" por las cárceles de Madrid, Ocaña, Alicante, hasta que en su indefenso organismo se declara una "tuberculosis pulmonar aguda" que se extiende a ambos pulmones, alcanzando proporciones tan alarmantes que hasta el intento de trasladarlo al Sanatorio Penitenciario de Porta Coeli resulta imposible. Entre dolores acerbos, hemorragias agudas, golpes de tos, Miguel Hernández se va consumiendo inexorablemente. El 28 de marzo de 1942 expira a los treinta y un años de edad. (De mhernández.narod)
1. LA POESÍA ESPAÑOLA DESDE PRINCIPIOS DEL SIGLO XX HASTA LA POSGUERRA Desde la llegada del Modernismo, a fines del s. XIX, hasta el brusco corte de la Guerra Civil, la poesía española vivió una etapa de esplendor que justifica la denominación de Edad de Plata o segundo Siglo de Oro de la poesía española. En cuanto al contexto histórico, el siglo XIX había finalizado con el desastre del 98 por la pérdida de Cuba y Filipinas, últimas colonias del antiguo imperio español. La política y la ideología nacionales se ven afectadas por este hecho y los intelectuales apuestan por una reforma general. En 1902 comienza el reinado de Alfonso XIII. España entra en una cruenta guerra con Marruecos que acabará provocando la Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930). En 1931 se proclama la Segunda República, período de gran agitación política y enorme riqueza en el plano cultural. La radicalización de las posturas ideológicas desemboca en la Guerra Civil, tras la cual llega la larga dictadura de Franco. Los primeros movimientos literarios que debemos citar aquí son el Modernismo y la Generación del 98, entre los que no hay una separación clara. El Modernismo es, genéricamente, la versión hispánica de la crisis artística y espiritual europea de fines del siglo XIX. En ese movimiento se dan dos orientaciones: el Modernismo propiamente dicho, basado en una literatura elitista y de evasión, que nace en Hispanoamérica y es difundido en España por el nicaragüense Rubén Darío. Su importancia fue decisiva para la renovación del lenguaje y de los temas poéticos. La otra orientación, la Generación del 98, -- 3 está caracterizada por un espíritu crítico con la situación española. Algunos autores, como Antonio Machado, cambian de una a otra tendencia. Otros, como Juan Ramón Jiménez, exploran nuevos caminos (la poesía pura y la poesía abstracta). Y hay algún autor, como Valle-Inclán, que resulta de difícil clasificación. Al finalizar la Primera Guerra Mundial surge en Europa un arte muy renovador que pretende anular las normas estéticas y morales anteriores. Son los vanguardismos, entre los que destacan el futurismo, el cubismo, el dadaísmo y el surrealismo. En España, su principal difusor fue Ramón Gómez de la Serna, creador de las greguerías. Dos movimientos poéticos de vanguardia tienen especial importancia en nuestro país, el Creacionismo (fundado por el chileno Vicente Huidobro) y el Ultraísmo. Ambos renuevan el uso de la imagen y la metáfora. A lo largo de la década de los veinte, un grupo de poetas alcanza su madurez y producen un momento de esplendor en la poesía española. Es la llamada Generación del 27, que se caracteriza sobre todo por hacer una poesía que integra la tradición de los clásicos españoles con los experimentos vanguardistas, y la poesía popular con la culta. Evolucionan desde la poesía pura, intelectual, hasta la de temas humanos, que suele adquirir la forma de un surrealismo controlado. La guerra provocará la muerte (García Lorca) o el exilio de la mayoría de sus integrantes. Destacan en este grupo autores como García Lorca, Rafael Alberti, Vicente Aleixandre, Luis Cernuda, Pedro Salinas, Jorge Guillén y Dámaso Alonso. En la poesía de posguerra hay que destacar varias tendencias: a) La poesía personalísima de Miguel Hernández, considerado un epígono de la generación del 27. b) La poesía arraigada de autores que se evaden de la situación provocada por la dictadura mediante una poesía amorosa o religiosa de tono íntimo. Es el caso de Luis Rosales o Leopoldo Panero. Se difunde a través de revistas como Escorial y Garcilaso. c) La poesía desarraigada de autores que abogan por una obra más directa y comprometida con el ser humano. Sus iniciadores son Eugenio de Nora y Victoriano Crémer a través de la revista Espadaña. d) En 1944, dos autores del 27 publican sendos libros fundamentales. Se trata de “Sombra del paraíso”, de Vicente Aleixandre, que exalta la Naturaleza que el ser humano se empeña en destruir; e “Hijos de la ira”, de Dámaso Alonso, que refleja el dolor existencial de aquella época en poemas de largos versículos con un lenguaje lleno de palabras “antipoéticas”. e) Por último, cabría citar en la posguerra a otros grupos poéticos como “Cántico”, cuyos componentes (entre los que destaca Pablo García Baena) cultivan una poesía exquisita y cuidada; o “Postismo”, cuyos autores pretenden resucitar y actualizar las vanguardias. --
2. IMÁGENES Y SÍMBOLOS EN LA POESÍA DE MIGUEL HERNÁNDEZ A lo largo de toda su obra, Miguel Hernández realiza un constante esfuerzo por elevar mediante las formas del lenguaje poético todas las cosas feas y tristes de su existencia. Sus poemas primerizos son apuntes líricos de su paisaje de Orihuela en los que destaca la viveza de sus imágenes; en ellos retrata a la huerta como un lugar idílico y muy sensorial mediante imágenes de naturaleza pictórica. En Perito en lunas juega hasta sus últimas consecuencias con la iconografía lunar. La luna es símbolo de plenitud y de exaltación vital, convirtiéndola en el eje donde se engarzan y concluyen todos los poemas de este período. Este símbolo, signo natural del destino poético, se extiende de tal modo que hasta los objetos más dispares responden a esta concepción redonda y circular del astro: huevo, granada, gota de agua, incluso el retrete. La luna la concibe también como espejo desde donde se refleja su yo, como símbolo de conocimiento indirecto (su luz es un reflejo). Metafóricamente, además, evoca la belleza, lo ideal, lo mágico. Y desde el punto de vista formal, es igualmente simbólica la propia utilización de la octava como ejemplo de estrofa cíclica y cerrada. Otros símbolos usados son los que rodean la vida cotidiana del poeta en su Orihuela natal: las palmeras, la sandía, la granada, el gallo, culebras, ovejas, la higuera… El toro es usado con el significado de sacrificio y de muerte (sus cuernos son “mi luna menos cuarto” y los toreros, “émulos imprudentes del lagarto”). Por otra parte, hay en este primer libro de Miguel Hernández imágenes y símbolos muy de su tiempo, como cuando califica a las veletas de “danzarinas en vértices cristianos”. En “Negros ahorcados por violación”, abundan los símbolos referidos al sexo masculino: “su más confusa pierna”, “náufraga higuera fue de higos en pelo”, “remo exigente”. Por último, en “Sexo en instante, 1”, canto impuro al onanismo, la virilidad queda expresada a través de “la perpendicular morena de antes / bisectora de cero sobre cero”. En El rayo que no cesa hay un complejo cuadro de imágenes que reflejan el atormentado mundo de amor y muerte de Miguel Hernández. El tema fundamental del poemario es el amor, y sobre él van a girar todos los símbolos que aparecen. Así, el rayo, que es fuego y quemazón, representa el deseo. El cuchillo, instrumento de sacrificio por excelencia, en el poema “Un carnívoro cuchillo”, viene a cumplir un papel semejante al del rayo: fuerza amorosa predestinada trágicamente. La sangre es el deseo sexual; la camisa, el sexo masculino y el limón, el pecho femenino, según podemos observar en el soneto “Me tiraste un limón, y tan amargo”. La frustración que produce en el poeta la esquivez de la amada (Josefina Manresa) se traduce en la pena, uno de los grandes asuntos de este libro (soneto “Umbrío por la pena, casi bruno”). Todos estos temas quedan resumidos en “Como el toro he nacido para el luto”, donde hay un paralelismo simbólico entre el poeta y el toro de lidia, destacando en ambos su destino trágico al dolor y a la muerte, su virilidad, su corazón desmesurado, la fiereza, la burla y la pena. Algunos poemas nos hablan de una sexualidad explícita. En “Me llamo barro aunque Miguel me llame”, expresa una entrega servil hacia la amada, como en el soneto “Por tu pie, tu blancura más bailable”. El símbolo clave de estos dos poemas es el pie y ambos acusan la influencia de Residencia en la tierra (1935), de Pablo Neruda. En general, se puede afirmar que la gran riqueza y fuerza de las imágenes hernandianas depende de dos procedimientos. Uno es la acumulación. Por ejemplo, en “Un carnívoro cuchillo”… tenemos tres imágenes (cuchillo, rayo de metal y ave) que se traban de modo sorprendente: “Un carnívoro cuchillo… sostiene un vuelo”,”rayo de metal… picotea mi costado”. El otro procedimiento es el traslado del padecimiento amoroso a la -- 5 esfera del dolor físico mediante imágenes muy plásticas: “me habita el corazón de exasperadas fieras”, “picotea mi costado/y hace en él su triste nido”,”tengo estos huesos hechos a las penas”. En su poesía de guerra (Viento del pueblo, El hombre acecha), el acento poético será siempre vital y telúrico, rico en imágenes tomadas de los reinos vegetal y animal. En Viento del pueblo, destaca sobre todos los símbolos el de viento como compromiso social y político. Representa la solidaridad con el pueblo oprimido. El mismo poeta se considera viento que puede esparcir sus palabras para que lleguen a todas partes. El cuadro de imágenes de El hombre acecha se simplifica y muestra lo trágico del momento. Destacan unos cuantos núcleos simbólicos básicos como fiera-garra, toro, tren, cárcel... Y en un segundo plano, una amplísima gama de símbolos zoomórficos como lobos, águilas, tiburones, panteras, cuervos, perros, chacal… que remiten a las fuerzas del odio y la crueldad, o a la injusticia y la explotación. Por el contrario los símbolos de la luz y el agua centran ideas positivas. Puede añadirse también el fuego, con imágenes como lumbre, volcánico, fogonazo… Es un símbolo de purificación, de acción fecundante y regeneradora. También los frutos y las flores aparecen como símbolos de vida, plenitud, alegría. La sangre es, por su parte, núcleo simbólico relevante con un doble valor: positivo, como fuente de vida; y negativo, como muerte. En el poema “Llamo al toro de España” aparece el símbolo del toro como poder fecundador, principio de vida, y es también la patria a la que el poeta apostrofa para que se levante de su sueño (muerte espiritual) y pueda, salvarse. En “Madre España” el símbolo de España es el de la tierra como madre primigenia. En Cancionero y romancero de ausencias, el símbolo de la sangre como dolor y muerte aparece en un triángulo donde están las sangres del poeta, la esposa y el hijo muerto. Además de éste están presentes otros símbolos: viento, hoyo, cuchillo, vientre, piedra, espada, olivo. Y especialmente, todas las voces que significan una limitación de la vida o señalan la muerte: acechar, hachas, cuervo y de una forma insistente, cárceles y cementerio. Como símbolos eróticos, el vientre y el sexo femenino constituyen el centro de la vida, la plenitud amorosa, el refugio seguro. Aparecen nombrados con un sinfín de metáforas en las que predominan los elementos de la naturaleza. En el poema “Menos tu vientre”, aparece la simbología del vientre como centro de lo creado que promueve el sentido de lo fecundo. La guerra, la muerte del hijo, la cárcel…, se alían para provocar en el poeta el deseo de regresar al vientre materno. En el poema “Sino sangriento” la imagen de la vida del hombre como una alcoba vacía adelanta otro símbolo, el de la casa-alcoba-lecho. La casa es defensa que el hombre procura para la mujer y el hijo, aunque a veces está cargada de negatividad cuando se asocia a agentes como “viento ceniciento (muerte), “noche” (vacío, infortunio). En este libro la imagen hernandiana se ha ido depurando e intensificando, se ha hecho esencial; se ha reducido su número y ahora se organiza sobre acumulaciones en torno al propio yo, la esposa, el hijo. Así ocurre en “Nanas de la cebolla”. Por una parte está el simbolismo del ave, del vuelo, de lo ascensional (“alondra de mi casa”, “boca que vuela”, “carne aleteante”, “cuánto jilguero/se remonta, aletea/desde tu cuerpo”…) que visualiza la pureza y alegría de la criatura. Por otra parte tenemos el núcleo de la luminosidad: “es tu risa en los ojos/la luz del mundo”. Complementariamente aparecen imágenes florales como “azahares, jazmines”… metáforas de los cinco dientes. --
3. AMOR, VIDA Y MUERTE EN LA POESÍA DE MIGUEL HERNÁNDEZ
Para estudiar este tema es fundamental tener en cuenta tres aspectos importantes: Primero, la poesía de Miguel Hernández está profundamente interconectada con su vida. En segundo lugar, toda la producción del poeta está marcada por la concepción de la vida como un proceso de autodestrucción. En tercer lugar, los tres grandes temas de su poesía son los que él mismo declara en “Llegó con tres heridas”, poema perteneciente a Cancionero y romancero de ausencias: Con tres heridas yo: / la de la vida, / la de la muerte,/ la del amor. Estas tres heridas vienen a configurar el ámbito temático de la poesía hernandiana. Se puede advertir un proceso vital en la obra de Miguel Hernández. La mayor parte de los primeros poemas (fundamentalmente, hasta los que integran El rayo que no cesa), contienen una cierta despreocupación consciente, de vitalismo despreocupado. Son muchos los poemas en los que lleva a cabo una exaltación jubilosa de la naturaleza. Todo lo natural, hasta lo más insignificante, le parece bello y armónico. El vitalismo de Miguel Hernández es tal, que los vegetales aparecen personificados: la breva es una madrastra, la palmera le pone tirabuzones a la luna.... Y la naturaleza es uno de los grandes tópicos de su obra porque forma parte de su vida, de sus orígenes, de sus lecturas. Asimismo, ya en los primeros poemas de Miguel Hernández encontramos composiciones donde trata el tema amoroso de forma idealizada, bajo la influencia de poetas románticos del siglo XIX, como Espronceda, Zorrilla,… Los versos de Perito en lunas, construidos con un gongorismo hermético y de construcción sintáctica compleja, presentan una gran plasticidad en metáforas ingeniosas y difíciles. Miguel Hernández expresa en ellos un desbordado vitalismo lleno de sensibilidad y pasión por la naturaleza, la cultura y lo sexual. En lo amoroso, la poesía de Perito en lunas deja entrever connotaciones sexuales. El hermetismo es una solución lúdica para expresar inconfesables manifestaciones sensuales como el onanismo, la sexualidad reprimida o determinadas fantasías sexuales (“Veletas” alude a la bailarina negra Josephine Baker). En 1933-34 se observa en su poesía un cambio radical por la ideología neocatólica que recibe del ámbito oriolano y de su amigo Ramón Sijé; se percibe un debate entre la sexualidad y la espiritualidad que se resuelve en una firme resistencia del poeta a la ortodoxia religiosa. Es la poesía que publica en El Gallo Crisis. En El rayo que no cesa el poeta concibe el amor como destino trágico del hombre. El amor es muerte (“los rostros manifiestan / la expresión de morir que deja el beso”), pero al mismo tiempo supone un impulso irresistible que busca la procreación, la vida. Hasta la plenitud vital del toro, por ejemplo, está marcada por un destino trágico. Y la sangre, otro de sus tópicos más recurrentes, es vida (“un edificio soy de sangre y yeso”), pero también viene a representar una furia, una fuerza descontrolada que destruye (“Citación fatal”). Se aprecia en este libro la lucha constante del poeta por conseguir la plenitud de cuanto va viviendo: la naturaleza, sus lecturas favoritas, el amor como descubrimiento (Maruja Mallo), el amor como trémulo intento (Carmen Samper, apodada “la Calabacica”) el amor como ausencia (Josefina Manresa) y el amor como lejanía platónica (María Cegarra). No alcanzar esa plenitud lo sume en el desconcierto, en la duda y en el pesimismo, que le producen heridas profundas (“seré una dilatada herida”), ocasionadas, metafóricamente, por huracanes, cuchillos, hachas, rayos. -- 7 Con frecuencia, muerte y exaltación vitalista se funden mediante las paradojas propias del Barroco. A la manera de Quevedo, Miguel Hernández considera que la existencia es un rodar constante hacia la muerte. En el tratamiento de lo amoroso, podríamos marcar una diferencia clara entre su primera obra, Perito en lunas, y El rayo que no cesa. Mientras en la primera refleja un amor idealizado, en El rayo que no cesa se plasma un amor lleno de pasión, tanto en el marco sentimental como sexual. En este poemario Miguel se ha librado del lastre religioso y ha llegado a un amor físico. Ahora la primera condición para escribir poesía amorosa es estar enamorado, y él lo ha estado de Josefina Manresa, Maruja Mallo y María Cegarra. Según Juan Cano Ballesta, para Miguel Hernández la amada (Josefina) es una verdadera criatura carnal, y el poeta canta sin eufemismos la unión de los cuerpos en el acto amoroso, que se convierte en un acontecimiento con raíces telúricas. La relación entre ambos es de una castidad pueblerina y cerrada que contrasta con la vida abierta que Hernández conoce en Madrid. Es un libro de amor no consumado, pero que refleja sus deseos de un erotismo más desinhibido. El amor es aquí un amor insatisfecho, trágico e irrenunciable a la vez que, como un rayo incesante (la palabra “rayo” es utilizada como metáfora que nos expresa la pena de amor causada por la insatisfacción erótica), hiere repetidamente las entrañas del poeta. Igualmente, los términos “pena” o “muerte” se repiten como consecuencia de este amor insatisfecho. En Viento del pueblo el gran tema es la solidaridad. Se trata de una poesía directa, de carácter oral, que convive junto a otra culta, impura. Está presente la pasión desbordada, amén de la esperanza y el optimismo por el posible rumbo de los acontecimientos. Pero también están presentes, cada vez más, el sufrimiento y el dolor como consecuencia de los horrores de la guerra. De hecho, se ha dicho que todo el poemario está recorrido por un lamento elegíaco. El hombre acecha es una obra intimista, escrita en un tono fuertemente personal, libre de sus anteriores influjos. Todo el poemario está dominado por una visión desalentadora de la realidad (los muertos de la guerra), pero permanece una lucha interna entre el rechazo a la guerra y la necesidad de luchar para alcanzar la victoria. El amor sólo está presente en la casa del poeta, donde confía que la guerra no ha podido entrar. Regresar a ella tras el frente es la única esperanza de librarse del odio. En la cárcel compone el Cancionero y romancero de ausencias, un poemario desolado, impregnado de la verdad más dura y terrible: ha muerto su primer hijo (“A mi hijo”,“Ropas con su olor”, “Negros ojos negros”, “El cementerio está cerca”), ha sido condenado a muerte, conoce la vida de la cárcel, es azotado por una enfermedad médicamente mal tratada y vive en la más absoluta soledad (“Ausencia en todo veo: / tus ojos la reflejan”). Los dos temas centrales de este poemario son la ausencia (de la libertad, de su tierra, de su familia y sus amigos) y el amor (sobre todo a la mujer y a su hijo). El poeta busca un amor absoluto en el seno de una realidad que niega el amor. El amor, la vida y la muerte aparecen con una constante intermitencia en todo el libro. Se cierra el ciclo volviendo al amor, porque no hay salvación ni redención posible si no se ama. Aparecen constantemente la amada, el hijo (“Hijo de la luz”) y la añoranza del que mientras se muere mantiene la esperanza de la inmortalidad. --
4. EL COMPROMISO SOCIAL-POLÍTICO DE MIGUEL HERNÁNDEZ Los orígenes de la literatura comprometida en la España de los años 30 se remontan a varias obras dramáticas y líricas de Rafael Alberti. Este escritor aglutinó, además, a no pocos escritores revolucionarios desde las páginas de la revista “Octubre”. Miguel Hernández tomó partido a favor de esta vertiente politizada del hecho literario, y se inspiró en la revolución minera de Asturias de 1934 para escribir un drama de impronta lopesca: Los hijos de la piedra. En ella unos mineros se sublevan contra las injusticias de su patrón, que además ha violado a la mujer del Pastor, personaje que encarna el ideal de justicia. En 1936, MH escribe El labrador de más aire, otra obra teatral con la huella de Lope de Vega. En ella, Juan, el protagonista, es un personaje que no permite que nadie, ni el mismo rey, pisotee su dignidad, y por defenderla acabará muriendo. El primer intento de poesía social que escribe Miguel Hernández lo encontramos en poemas como “Alba de hachas” (179) o “Sonreídme” (181), que ya preludia claramente al futuro poeta revolucionario. Con la guerra iniciada, MH inicia su poesía y su teatro de urgencia, con los que intenta convertir el arte en un arma de combate, entendido éste como una edificación moral y psicológica, además de un medio para la humanización del prójimo. Cuando el 18 de julio del 36 se produce el levantamiento de los militares contra el gobierno republicano, Miguel, ya con una más clara y enérgica conciencia ideológica, se alista del lado del ejército republicano. Allí desarrolla labores de organización de tareas de índole cultural, como son la elaboración de un periódico divulgativo y trabajos de alfabetización de la tropa, a la vez que intenta renovar y alentar la moral de los soldados con recitales y lecturas que levantan el espíritu combatiente de los compañeros. Su tarea propagandística terminó cuajando en una prosa, un teatro y una poesía que acabarían convirtiéndose en escritos de consigna política durante los años que siguieron al fin de la contienda. Es su literatura de urgencia. La figura de Miguel empieza a contornearse en su papel de escritor del pueblo, precursor de la poesía social. Viento del pueblo (1937) y El Hombre acecha (1939, aunque no se publicó hasta 1960), son dos poemarios escritos durante la guerra civil. El tema amoroso deja paso a una poesía social y cívica, comprometida con su tiempo. El primero es más épico, combativo y optimista; el segundo, escrito cuando el final de la guerra estaba decantado, es en general más pesimista: los años han pasado y el poeta vuelve sus ojos hacia los horrores de la guerra: heridos, cárceles, miseria, destrucción, sangre... son protagonistas de sus poemas. La variedad métrica en estos libros es mayor. En El Hombre acecha predominan los alejandrinos. Aquí la palabra es todavía símbolo de resistencia, pero la muerte del primer hijo y la derrota de la guerra sumen al poeta en la desesperación. Durante la guerra, Miguel Hernández emplea su poesía para luchar por la causa republicana y con Viento del pueblo, obra con la que se suma al romancero de la guerra civil, como el viento, la voz del poeta alienta a los soldados en las trincheras, arenga a la lucha, mantiene viva la esperanza. Son poemas que lloran la muerte de Lorca, de los hombres en el frente de batalla, que cantan al niño yuntero, al sudor de los campesinos, a la compañera, esposa y amante lejana... La solidaridad es ahora el lema del poeta; busca una poesía más directa que recrea su carácter oral, de ahí el empleo abundante del romance, del octosílabo como metro más popular e inmediato, del metro corto que hunde sus raíces en la lírica tradicional y en la canción; pero también intercala poesía de procedencia más culta de carácter épico como “Las manos”,” Canción del esposo soldado” o “Hijo de la luz”. En Viento del pueblo no pretende, sin embargo hacer un arte totalmente subordinado a las circunstancias, de propaganda, sino que pretende una poética que se nutra de lo popular para elevar estéticamente al pueblo. Además, lleva a cabo una poética del grito, que supone ser portavoz del dolor y de la denuncia social (“Sentido de los muertos”, 213). En “Recoged esa voz” mantiene que la poesía es una forma de defenderse y de defender -- 9 al pueblo. Pero, a pesar de sus intenciones de mantener la altura estética, no siempre lo hace, pues MH prioriza siempre el aspecto solidario, humano, mediante la naturalidad formal y la emoción , y a ello convoca también a otros poetas (“Llamo a los poetas”). “El niño yuntero” refleja su dolor ante el sufrimiento de los niños jornaleros devastados por el hambre y la miseria. Otros poemas del libro tratan la lucha del pobre contra su explotador (“Jornaleros”, “Aceituneros”, “Las manos”, “El sudor”). En definitiva, con este libro el poeta aúna la poesía militante de los 30 con el canto popular y llega a conseguir, según J. Mª Balcells, una épica oral moderna. En Vientos del pueblo la unidad de la obra está determinada por los tonos de la exaltación, la lamentación y la imprecación. La exaltación tiene su origen en el entusiasmo combativo, la fuente inspiradora está en su identificación con la colectividad que se levanta glorificada en sus atributos de fuerza, orgullo y arrogancia a través de una hipérbole simbólica que hace uso del bestiario (“yacimientos de leones, /desfiladeros de águilas, /y cordilleras de toros”) y fenómenos atmosféricos de especial poder y violencia (huracán, rayo). Actúa el poeta como un mensajero para los suyos que proféticamente anuncia un futuro redentor. En la lamentación se trata sobre todo de poemas elegíacos como el de García Lorca o de otros con matices muy distintos de marcado acento social como “El niño yuntero” o “Aceituneros”. Como radical contraste de la exaltación está la imprecación contra los cobardes y los que tiranizan al pueblo, con imágenes de tono degradador con símbolos de naturaleza zoomórfica (liebres, gallinas) y signos que indican el pánico que sacude a esos cobardes (“el pelo se les espanta”). El hombre acecha incluye textos escritos a raíz de la estacia de MH en la Unión Soviética. Es un poemario con un tono fuertemente personal que testimonia los instintos más criminales del ser humano (“Canción Primera”), el odio feroz que pueden desencadenar el hambre y la explotación (“El hambre”) o el horror de una guerra que transforma a todos en fieras y en víctimas a la vez (“Las cárceles”). El hombre acecha marca una visión desalentadora de la realidad con miles de muertos y heridos. El elemento humano “pueblo” del primer libro, mundo colectivo, solidario, es aquí “hombre” (referencia genérica a la condición humana), y la fuerza vivificadora (“viento”) pasa a acción amenazante, aniquiladora (acecha). Tras la evidencia trágica el poeta ha de cumplir ahora una función reveladora. Debajo de los signos de infortunio (odio, opresión, muerte) que sufre el pueblo, a él corresponde actuar para avisar de esos poderes benévolos y regeneradores, capaces de liberarlos para siempre de lo maligno. Por otro lado, MH es autor de uno de los pocos libros de agitación política publicados durante la guerra. Se trata de “Teatro en la guerra”, que recoge cuatro obras teatrales de escaso valor literario. Además, en 1937 escribe “Pastor de la muerte”, otra obra teatral a medio camino entre la urgencia y lo literario. Transcurre durante la defensa de Madrid republicano ante el asedio de las tropas nacionales. --
5. TRADICIÓN Y VANGUARDIA EN LA POESÍA DE MIGUEL HERNÁNDEZ
 La tradición se presenta en Miguel Hernández en un doble influjo: los clásicos literarios españoles (de los Siglos de Oro, de la modernidad y de sus contemporáneos) y la tradición popular de carácter oral y anónimo. La vanguardia está presente en menor medida, y sólo a partir de “Perito en lunas” y hasta la poesía de guerra, excluida. Podemos apreciar dos direcciones vanguardistas: la poesía pura y el cubismo (sobre todo en “Perito en lunas”), y el surrealismo. En su primera etapa, Miguel Hernández se deja influir por el costumbrismo regionalista en composiciones en panocho que imitan la poesía de Vicente Medina. Imita también el modernismo de Rubén Darío en poemas como “Pastoril”, “Oriental” o “¡Que viene Marzo…!” Tiene asimismo en cuenta a autores del 98 como Unamuno (su sentimiento trágico de la vida) y Antonio Machado (con su visión de España a través del paisaje). Y, especialmente, a Juan Ramón Jiménez, del que toma la nostalgia que imprime a muchos de sus primeros poemas. Están también presentes autores románticos como Espronceda o Zorrilla. De los clásicos del Siglo de Oro están muy presentes, sobre todo en su recreación idealizada de la naturaleza, el San Juan de la Cruz de “Cántico espiritual” y el fray Luis de León de “Vida retirada”. En Perito en lunas, el poeta clásico que más le influye es Góngora, con su hermetismo y su metaforización violenta. Es una poesía pura llevada a su máxima expresión y que sigue la estela de otros autores del 27, como Alberti, Guillén o Gerardo Diego. En esta obra se da una síntesis perfecta de tradición (Góngora) y vanguardia (mediante el uso de metáforas inusuales que están conectadas con el surrealismo y el cubismo). En El rayo que no cesa, y en toda la poesía amorosa anterior a la guerra, resultan muy evidentes los influjos tradicionales, sobre todo los de San Juan de la Cruz, del petrarquismo garcilasista y del existencialismo pesimista de Quevedo. A mediados de 1935, Miguel Hernández, como consecuencia de su giro ideológico, comienza a escribir poesía de carácter social (la perteneciente al llamado ciclo de “Sonreídme”) en la que usa recursos propios del lenguaje surrealista. El influjo fundamental para esta poesía llena de símbolos telúricos y metáforas cósmicas es Pablo Neruda y su “Residencia en la tierra”. Los acontecimientos políticos que sacuden el país entre 1936 -1939 provocan en Miguel una poesía vibrante, más directa, de carácter oral, que hunde sus raíces en la lírica tradicional y en la canción. Para esta poesía emplea con frecuencia el romance y el verso octosílabo. Pero junto a esta vertiente tradicional, intercala otra de procedencia más culta, de versos solemnes y largos que remiten a la poesía impura ya mencionada, como “Las manos”, “Canción del esposo soldado” o “Hijo de la luz y de la sombra”, de carácter épico. Ambas tendencias están presentes tanto en Viento del pueblo como en El hombre acecha. Entre 1938 y 1939 Miguel escribe su libro póstumo, Cancionero y romancero de ausencias. En él combina piezas breves con poemas más amplios en los que deja oír su voz propia más directa y diáfana. Su dominio de la forma le permite crear una atmósfera de apariencia sencilla y espontánea, pero que encierra una inteligente capacidad de depuración. Los poemas breves muchas veces se inspiran en la lírica popular; es fácil encontrar en ellos correlaciones y paralelismos, expresiones coloquiales y anáforas. En definitiva, a modo de resumen, podemos decir que Miguel Hernández se mueve entre el gongorismo, el garcilasismo, las huellas de Quevedo y Calderón, el influjo surrealista, la poesía de compromiso y la lírica cancioneril y popular. Pero sobre todas estas huellas se percibe un estilo muy personal y una sincera emoción que sitúa al conjunto de su obra en un contexto de inconfundible autenticidad.